29 de julio de 2016

La increíble y un tanto absurda vida de Madeline Quetzali, la detective: CAPíTULO 10 "Revelación esperada"

No quiero ser prejuiciosa, nunca lo he sido, y no me puedo dar ese lujo en este trabajo dado que requiero todas las variables posibles y también porque la misma experiencia me ha dejado ver que las personas tienen sus sorpresas, tienen elementos que las delatan o encubren y que finalmente son tan imprevisibles como todos los humanos sobre la tierra.

Sí, son personas y por ende no son buenas o malas, sólo actúan según un instinto de supervivencia que no queda del todo claro al intentar salir de un problema o ejecutar una acción. Y guiarnos por un nombre para juzgar a alguien es inútil, y aparte una pérdida de tiempo, sin embargo esta conversación no ayuda a este sujeto.

El que de por sí, se hace llamar Brayan.

No demerito su nombre… bueno, en realidad sí, y no por el hecho de la fonética del mismo, sino por el contexto en el que se da. Un contexto en el que no somos ni estadounidenses y en el que, por ende, tampoco cubre los requerimientos socialmente aceptados como para ser llamado así, como consecuencia, va a ser discriminado por todos, hasta por las mentes que se digan “incluyentes”.

Pero después de pensarlo todo, termina valiéndome quince kilogramos de pepino bien verde y me echo a reír en lo que trato de descifrar los jeroglíficos en los que este sujeto aparentemente escribe.

“Hal shile, krnala, t, bngo abizando namas pake no dijas ke no te abice, el mro mro kiere pa ya ah zuz morralitos, k entre + xikitoz + tiernito0z.”

No llevo leyendo mucho tiempo, pero la primera frase definitivamente me va a causar un incurable cáncer de ojos. Me tallo y continúo leyendo, aunque la ortografía de Graciela no es del todo mala, me cuesta trabajo concebir que haya gente que escriba sin acentos…

No tengo tiempo para hacer + que eso, tengo q pasar mañana x el otro que me pidieron de la doña Meche, que ya estan apareciendo las notas chairas esas en el periódico y no puedo tardar mas dile que el lunes le entrego a su chilpayatito ese.”

Y su lenguaje raro me sigue causando problemas, por suerte Adrián sabe de estas cosas y el comportamiento no verbal es uno de sus fuertes, al igual que la interpretación de códigos lingüísticos como imagino que lo es un “hal shile”.

Sociedad… a veces te odio un chingo.

Pos a la vrga t ztaz tardndo + d lo ke habiamoz kedado morra keremos a los chilpayates kmo les dices thu pinxe naka jodida te ofrcist a darlos ahora t acuants kmo masho lo speramoz mñna o lla verás…”

El autocorrector aparentemente se hizo presente en la última palabra, pero eso no es lo entretenido, sino lo siguiente.

Eres un pinche gato q ni escribir sabe…”

Y yo al leer todo esto, me digo a mí misma: tampoco tú, pendeja…

“Si no dejas de amenazarme, te acuso con el mero mero como le dices tu, así q dame l tiempo q necesito para conseguirle. Mañana te entrego al chilpayate de la Meche y pasadomañana te entrego al de cuatro meses, que lo esta cuidando la regordeta esa a la que me yevan a ver para que los guarden, ya sabes que puede tardar porque no son los únicos para los q trabajo.”

–Entonces aquí hay ratas encerradas –digo a Adrián, quien me mira mientras cierra el puño con fuerza suficiente como para doblar el hierro de mi silla –oye, cálmate.

–Perdón, sólo que esto me asquea de sobremanera –dice –esta mujer se dedica a secuestrar niños y dice que ese Brayan no es el único para el que trabaja…

–Es un Brayan –remarco -¿crees que de verdad trabaje por autonomía cuando menciona a un jefe?

–Cierto, tal vez trabaje para un Kevin –y me echo a reír mientras leo lo que queda de la conversación.

Erz una putha bn echesita, mamy cria una pna ke nuestro jfcito c diera kuentha d ke no erz leal de lealz t va a mter una putisa ke no imajinaz morra, reqerda ke s l todopoderoso gober ii ke t puede akbar kuando l kiera…”
Oh oh…

–Qué nos acaba de decir el Brayan… -responde Adrián mientras tira su vaso de agua en el piso y el estruendo me hace voltear a verle.

–Y bien, se supone que esta es la parte en la que alguien se desmaya, ¿verdad? –digo con un tono un poco desairado. Sabía que él le financiaba algo, pero ¿conseguir niños? Esto podría significar que su mujer sí es estéril… sólo faltaría corroborarlo con Memo.


–Por favor, eso no pasará –dice Adrián… antes de desmayarse y caer como res al piso.

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