No quiero ser prejuiciosa, nunca lo he
sido, y no me puedo dar ese lujo en este trabajo dado que requiero todas las
variables posibles y también porque la misma experiencia me ha dejado ver que
las personas tienen sus sorpresas, tienen elementos que las delatan o encubren
y que finalmente son tan imprevisibles como todos los humanos sobre la tierra.
Sí, son personas y por ende no son
buenas o malas, sólo actúan según un instinto de supervivencia que no queda del
todo claro al intentar salir de un problema o ejecutar una acción. Y guiarnos
por un nombre para juzgar a alguien es inútil, y aparte una pérdida de tiempo,
sin embargo esta conversación no ayuda a este sujeto.
El que de por sí, se hace llamar
Brayan.
No demerito su nombre… bueno, en
realidad sí, y no por el hecho de la fonética del mismo, sino por el contexto en
el que se da. Un contexto en el que no somos ni estadounidenses y en el que, por
ende, tampoco cubre los requerimientos socialmente aceptados como para ser
llamado así, como consecuencia, va a ser discriminado por todos, hasta por las
mentes que se digan “incluyentes”.
Pero después de pensarlo todo, termina
valiéndome quince kilogramos de pepino bien verde y me echo a reír en lo que
trato de descifrar los jeroglíficos en los que este sujeto aparentemente
escribe.
“Hal
shile, krnala, t, bngo abizando namas pake no dijas ke no te abice, el mro mro
kiere pa ya ah zuz morralitos, k entre + xikitoz + tiernito0z.”
No llevo leyendo mucho tiempo, pero la
primera frase definitivamente me va a causar un incurable cáncer de ojos. Me
tallo y continúo leyendo, aunque la ortografía de Graciela no es del todo mala,
me cuesta trabajo concebir que haya gente que escriba sin acentos…
“No
tengo tiempo para hacer + que eso, tengo q pasar mañana x el otro que me pidieron
de la doña Meche, que ya estan apareciendo las notas chairas esas en el
periódico y no puedo tardar mas dile que el lunes le entrego a su chilpayatito
ese.”
Y su lenguaje raro me sigue causando
problemas, por suerte Adrián sabe de estas cosas y el comportamiento no verbal
es uno de sus fuertes, al igual que la interpretación de códigos lingüísticos como
imagino que lo es un “hal shile”.
Sociedad… a veces te odio un chingo.
“Pos
a la vrga t ztaz tardndo + d lo ke habiamoz kedado morra keremos a los chilpayates
kmo les dices thu pinxe naka jodida te ofrcist a darlos ahora t acuants kmo
masho lo speramoz mñna o lla verás…”
El autocorrector aparentemente se hizo
presente en la última palabra, pero eso no es lo entretenido, sino lo
siguiente.
“Eres
un pinche gato q ni escribir sabe…”
Y yo al leer todo esto, me digo a mí
misma: tampoco tú, pendeja…
“Si
no dejas de amenazarme, te acuso con el mero mero como le dices tu, así q dame
l tiempo q necesito para conseguirle. Mañana te entrego al chilpayate de la Meche
y pasadomañana te entrego al de cuatro meses, que lo esta cuidando la regordeta
esa a la que me yevan a ver para que los guarden, ya sabes que puede tardar
porque no son los únicos para los q trabajo.”
–Entonces aquí hay ratas encerradas
–digo a Adrián, quien me mira mientras cierra el puño con fuerza suficiente
como para doblar el hierro de mi silla –oye, cálmate.
–Perdón, sólo que esto me asquea de
sobremanera –dice –esta mujer se dedica a secuestrar niños y dice que ese
Brayan no es el único para el que trabaja…
–Es un Brayan –remarco -¿crees que de
verdad trabaje por autonomía cuando menciona a un jefe?
–Cierto, tal vez trabaje para un Kevin
–y me echo a reír mientras leo lo que queda de la conversación.
“Erz
una putha bn echesita, mamy cria una pna ke nuestro jfcito c diera kuentha d ke
no erz leal de lealz t va a mter una putisa ke no imajinaz morra, reqerda ke s
l todopoderoso gober ii ke t puede akbar kuando l kiera…”
Oh oh…
–Qué nos acaba de decir el Brayan…
-responde Adrián mientras tira su vaso de agua en el piso y el estruendo me
hace voltear a verle.
–Y bien, se supone que esta es la
parte en la que alguien se desmaya, ¿verdad? –digo con un tono un poco
desairado. Sabía que él le financiaba algo, pero ¿conseguir niños? Esto podría
significar que su mujer sí es estéril… sólo faltaría corroborarlo con Memo.
–Por favor, eso no pasará –dice
Adrián… antes de desmayarse y caer como res al piso.
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